Recordando a Juan García Salazar, el maestro de la palabra suelta

El esmeraldeño fortaleció, reconstruyó y documentó la memoria colectiva de la tradición ancestral-cultural.

No a todos deberíamos llamarlo maestro, sin embargo, Juan García Salazar sí se ganó ese derecho, según quienes siguieron sus pasos de profesores, escritor, antropólogo, investigador y defensor acérrimo de que la historia de la negritud sea contada de la forma correcta.

Juan, el ‘bambero mayor’, no era de los que creía en los textos de aquellos ‘eruditos’ que escribían de un pueblo que no conocían y del que, incluso, habían esclavizado, por eso él, para sus investigaciones hablaba con hombres y mujeres de las provincias de Esmeraldas e Imbabura, para conocer de la fuente viva lo que realmente ocurrió con el pueblo afroecuatoriano.

El maestro nació en 1944 en El Cuerval, de la parroquia La Tola, al norte de Esmeraldas, en Ecuador, un pueblito tan pequeño y empobrecido que pocos creerían que de ahí saldría un hombre capaz de escribir 30 libros, estudiar en la Johns Hopkins University, en Estados Unidos, recibir premios y reconocimientos nacionales e internacionales por sus contribuciones intelectuales y culturales… e hizo más.

Una muestra de su legado

El también escritor esmeraldeño Juan Montaño Escobar, quien conoció y trató a su tocayo Juan García Salazar, dijo en una entrevista a el Telégrafo, que la producción de García supera los 50.000 documentos, “los cuales están bajo la custodia de la Universidad Andina Simón Bolívar y el Ministerio de Cultura y Patrimonio”.

El mismo portal digital, detalla que se “cuenta con una colección de audio, con más de 3.000 horas de grabación y 1.333 archivos, divididos en 2 categorías; una colección fotográfica, con aproximadamente 10.000 imágenes, que van de 1970 a 2002”.

En la actualidad, no hay un afroecuatoriano que esté vinculado a la cultura que en sus conversatorios o encuentros culturales no cite al palenquero mayor, como le dicen a Juan, quien murió por un paro respiratorio, el martes 18 de julio del 2017, en Quito, a sus 72 años. En vida sufría de un cáncer de estómago. Las cenizas de Juan están en la comunidad de Playa de Oro, al norte de Esmeraldas, donde hizo investigación sobre la negritud.

Juan García, con mujeres que eran su fuente viva de información. Foto cortesía del libro: La palabra está suelta.

Palenquero es un descendiente de esclavos que por actos de resistencia y libertad se refugió fuera de territorios esclavizados.

‘La palabra está suelta’

Entre los textos de Juan García Salazar, el obrero de procesos, están: Cuentos y décimas esmeraldeñas, Papá Roncó, historia de vida, entre otros. Una de las frases favorita de Juan era: “La palabra está suelta”. En honor a aquello, Isabel Padilla y Juan Montaño escribieron el libro La palabra está suelta, donde intiman más sobre la vida de quien sigue siendo llamado como el  Bambero mayor, obrero del proceso, guardián de la tradición, maestro y hermano…

La confesión de una esposa enamorada

La esposa de Juan García Salazar era Mónica Márquez, ella en una entrevista que se publicó en el libro: La palabra está suelta, revelo que: “así en la ciudad de Esmeraldas iniciamos una vida de pareja, de adaptaciones, de concesiones mutuas, de aprendizajes, de compartir y de amar. Ese amar sin restricciones y de ceder para que el otro mejore su vida.

Él me decía siempre “Moniquita yo vivo su vida”, “usted es el último amor de mi vida”, por eso siempre me motivaba a seguir estudiando (logré obtener un título de cuarto nivel), en el 2012, cuando tenía que defender mi tesis, me animaba y me decía que no me ponga nerviosa “que yo era la que más sabía sobre el tema, que todo saldría bien”; siempre admiré en Juan esa tranquilidad, esa paz, la energía que transmitía y el dominio que tenía al presentarse en público y afrontar los problemas”.

Entre las notitas de amor que le escribía Juan encontramos esta: “Monita te amo mucho: Te dejo un gran Sol para que te de “luz” y “calor” La “luz” para darte fe y esperanza El “calor” para darte amor y vida Mona te amo mucho: Te dejo la luz, mi calor, mii fe, mi esperanza Para que vivas feliz los días que no estoy aquí”.

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