La provincia ‘verde’ conformada mayoritariamente por afros, está ubicada al noreste del Ecuador. La marimba es su símbolo cultural.
A pesar de los desafíos sociales y económicos que enfrenta, el esmeraldeño ha aprendido a tejer sonrisas en medio de la adversidad, a danzar con pasión en la pista de la vida y a abrazar con fuerza las raíces que los conectan con su identidad. Unidos por el ritmo vibrante de la marimba y el amor incondicional por su tierra, los esmeraldeños han demostrado que la alegría es más que una emoción, ¡es una forma de vida!
En cada compás de la marimba, la cual fue declarada por la Unesco el 2 de diciembre del 2015 como Patrimonio inmaterial de la humanidad, sus corazones laten al unísono, desafiando la pobreza y la desigualdad social. «Los esmeraldeños somos testigos vivos de cómo la música une almas y el respeto mutuo combate el racismo», lo dicen a viva voz.
Es en el abrazo cálido de sus familias, en el brillo de sus ojos al mirar el horizonte esmeraldeño, donde encuentran la fuerza para enfrentar cualquier obstáculo con una sonrisa en el rostro. Porque en Esmeraldas, el amor por el territorio y por la vida misma los impulsa a mirar más allá de las dificultades, convirtiendo la adversidad en oportunidades de crecimiento y unidad. Son guerreros de la alegría, guardianes de la esperanza y la vida.
Gente resiliente
Cada día es una fiesta, una celebración de la resiliencia y el orgullo de ser. No importa cuán alto sea el desafío. A través de sus buenas costumbres, desafían la pobreza y la desigualdad social con la fuerza de la unión y el poder de la cultura vinculada fuertemente con la marimba.
Al conversar con varios esmeraldeños coinciden en decir: «nuestra tierra es un tesoro que nos regala paisajes de ensueño, pero es el amor incondicional que profesamos a nuestra familia lo que nos da la fortaleza para enfrentar cualquier tormenta con valentía y fe. En la adversidad, encontramos oportunidades para crecer, para unirnos aún más y forjar un destino lleno de bendiciones».
Desde la provincia de Esmeraldas, conformada por siete cantones: Atacames, Muisne, Quinindé, Rioverde, San Lorenzo, Eloy Alfaro y la capital provincial que tiene el nombre de Esmeraldas, irradian luz y esperanza, porque son embajadores de la felicidad, recordándole al mundo que, en medio de la adversidad, siempre logran encontrar razones para sonreír y amar al estilo esmeraldeños.