En la comunidad de Playa de oro al norte de Esmeraldas, también se enseña la importancia del sentido de pertenencia.
“La cultura no va a morir”, sentencia Belén Valencia sobre las tradiciones culturales esmeraldeñas. La bailarina y maestra de los ritmos afro-esmeraldeño y afro-urbano, tiene razones para decirlo, una de ellas la misión que se propuso de conservar, expandir y normalizar la cultura de la provincia de Esmeraldas con la ayuda de su estudio de danza Dafroe(Danza Afro-Ecuatoriana), y de un programa cultural de conservación y arte que ejecuta en Esmeraldas, denominad: “Reavivando la Cultura Afro-tradicional a través de la Danza y sus Historias”.
Ella se graduó de enfermería, pero su corazón le urgía seguir y dedicarse al baile de su cultura, actividad que ha practicado, sin ninguna formación profesional desde los 6 años. Pero la razón va más allá de la conservación cultural, aunque esta también influye. Su papá es de la parroquia Concepción, cantón San Lorenzo y su mamá de la parroquia Limones, cantón Eloy Alfaro, al norte de la provincia de Esmeraldas. A pesar de haber nacido en Quito, la identidad cultural de Belén es esmeraldeña.
Para Belén, el “baile es una sanación”. De niña, al ser una de las únicas tres estudiantes negras de su escuela, sufrió racismo. El baile la ayudó a sentirse más cómoda, segura de sí misma, de superarse. La danza le cambió la vida, y este poder que posee es lo que quiere transmitir.
Le invitamos a ver el vídeo de Belén Valencia y lo que hace.
El espacio para negros, mestizos, blancos…
Su conexión a sus raíces esmeraldeñas la llevó a preguntarse: ¿cuáles son las razones de ser de los bailes?. Para aprender más de su cultura, el valor histórico de las danzas, música y arte ingresó a la Fundación Casa Ochun, un centro de fortalecimiento sociocultural afroecuatoriano.
La madre de Belén es la directora de la Fundación, y adopta su nombre de una deidad de la religión yoruba, reina de las aguas dulces, los arroyos, manantiales y ríos. Del 2015 al 2020 dió clases de baile en la casa Ochun, pero buscando la independencia de enseñar y divulgar la cultura esmeraldeña a su manera, fundó Dafroe en el 2020, junto con su hermana y su prima, donde enseñan danza tradicional afro-esmeraldeña y afro-urbana, este último un estilo se mezcla con influencias contemporáneas, para formar una práctica nueva.
DAFROE se transformó en más que una academia de danza normal. La institución se encarga de enseñar cultura afro a sus estudiantes, sin importar su etnia. Negros, mestizos, blancos, todos los que quieran ser estudiantes podrán aprender de ella y “sentirse cómodos en un espacio amigable”, explica Belén. De esta manera, las barreras culturales y la discriminación que existe entre etnias podrán desaparecer, anuncia.
Se fue a Playa de Oro
Pero Dafroe no es el único aporte de Belén por conservar las costumbres afro. Desde el mismo año que fundó la academia (2020) viaja al norte de Esmeraldas, al poblado Playa de Oro, para dar clases de danza y lecciones sobre cultura afro. Esto forma parte de su proyecto llamado “Reavivando la Cultura Afro-tradicional a través de la Danza y sus Historias”.
Su primer contacto con la comunidad fue para la donación de alimentos. Pero Belén, quien vive en Quito, se quedó sorprendida por la habilidad de los niños y jóvenes de Esmeraldas para bailar. Ninguno, como ella, tiene entrenamiento profesional, “pero el swing de la marimba lo tenemos en la sangre”, comenta con una sonrisa de orgullo de sus orígenes. Para fomentar esta habilidad innata, aplicó al Instituto de Fomento a la Creatividad e Innovación del Ministerio de Cultura, y ganó los recursos para viajar a Playa de Oro con frecuencia.
Además de enseñarles danza también aborda la música. Con la ayuda de su padre y su pareja sentimental, dan clases de marimba, canto, entre otras artes. Pero el objetivo principal de la campaña es enseñar las bases culturales de las artes típicas afro-esmeraldeñas.
Ahora ha ido a Playa de Oro más veces de las que puede contar: es su segundo hogar. Adora pasar el tiempo con su población, compartir sus conocimientos y desarrollar el amor al baile a todos sus habitantes. Ella espera que con lo que está haciendo, sus estudiantes, que van desde los 6 a los 25 años, puedan salir de la comunidad y bailar en las ciudades, ya sea Quito, Ibarra, Cuenca, etc., para mostrar al país su habilidad.
Géneros que compiten
Con la popularización de nuevos géneros musicales como el reguetón, cumbia y salsa, que en ocasiones opaca el impacto positivo de la cultura esmeraldeña, hace que los jóvenes vayan olvidando las razones de ser de todas estas expresiones artísticas, y que “el conocimiento cultural se esté quedando con los más viejos”, lamenta Belén Valencia de 27 años.
Colaboración: Adrian Idrovo, estudiante de la USFQ.